La luz del time...
Cuenta la leyenda, que una madre desesperada andaba por el camino de Amagar, que unía Tijarafe con el Valle de Aridane pasando por el barranco de Las Angustias en busca de salud para su pequeño hijo. Al llegar a la cima y cuando comenzó a bajar por el desfiladero hacia el valle, el viento y la lluvia le apagaron el único farol que traía. Se encontró de bruces con un madero de pino de tea que daba forma a una cruz y, soltando al niño, la arrancó, la despedazó e hizo una antorcha, produciéndose la más brillante e inimaginable luz para un caminante.
El niño se recuperó y su madre quiso convertir aquella cruz en promesa, por lo que acudió de nuevo al lugar e instaló una nueva cruz. Al clavar la nueva cruz, esta comenzó a brillar y la madre se arrodilló frente a ella.
Hoy, son muchos los que afirman ver una gran luz en las laderas de El Time bajando por el antiguo Camino Real. Nace aquí la Leyenda de la Luz de El Time
La pared de Roberto...
Roque de Los Muchachos. Arriba, a 2.426 metros de altitud, la leyenda dice que el diablo, celoso de la felicidad del alma y el cuerpo, construyó en una sola noche una pared que incomunicaba el antiguo camino que unía Santa Cruz de La Palma y la Villa de Garafía
Aquel murallón acabó con la aventura amorosa de un joven de Tagaragre y una joven de Aceró, aunque el hombre, un día, intentó atravesarlo, lo que logró transformado en una bola de fuego que rodó hasta el abismo. La mujer que provocó la intrépida acción del joven amaneció muerta, y los pastores la enterraron en el Roque, donde sobre su tumba brotaron pensamientos de la cumbre o Viola Palmensis, planta que, según la leyenda, copió el color azul de los ojos de la joven. La pared de esta historia, que se denomina Roberto porque era el nombre que se le daba al diablo, puede verse hoy partida en dos mitades.
El alma de Tacande...
El 30 de enero de 1628 es una fecha marcada para la historia de La Palma, pues se registra el primer episodio paranormal de España ocurrido en el municipio de El Paso. En ella vivían Ana González junto a su marido Juan Pérez naturales del municipio ambos agricultores. Ana se encontraba embarazada de su tercer hijo, un varón que llevaría el nombre de Salvador.
El 12 de septiembre de 1625 fue bautizado en la parroquia de Los Remedios en Los LLanos de Aridane sin contar con la presencia de su madre fallecida en el parto. Comenzaron en la vivienda una serie de acontecimientos que durarían 87 interminables noches. La cuna se mecía sola acompañada de cantos de nanas.
El 26 de abril Ana habló solicitando trajeran a la vivienda al fraile Juan Montiel "Párroco de la Iglesia de Los Remedios" con el fin de prestar una cura para el alma en pena. El cura escuchó la voz de Ana y la bendijo terminando así con el sufrimiento de ella y toda su familia. Así consta en los registros canónicos.
La casa fue destruida en el incendio ocurrido el 16 de Julio del 2012.
El salto del enamorado...
Hay en La Galga, jurisdicción del pueblo de Puntallana, un enorme risco de una elevación extraordinaria , cuyo pie o cimiento es la orilla del mar, cortado a pique, en disposición que, cualquiera cosa que de su cúspide se desprenda, caerá a aquellas playas sin que en él toque o quede detenido.
En aquellas inmediaciones vivía un pastor que pasaba su vida guiando su rebaño por las empinadas sierras, valiente y capaz de cualquier acto por salvar a sus animales.
Vivía en la comarca, una hermosa campesina la cual ocupaba el pecho del valiente mancebo, no correspondido por la campesina. Ésta, cansada de él, ofrecería su corazón si antes le demostraba su valentía.
Antes de ser su esposa, el joven pastor debía ir al risco antes mencionado, coger su lanza con las dos manos y dar tres vueltas al vacío. El pastor, enamorado, aceptó el reto, en la tercera vuelta calló al vacío al grito de !! en el nombre de mi dama !!.
Desde entonces, este risco lleva el nombre de tal hazaña, el Salto del enamorado.
Los dragos gemelos...
La historia se sitúa en el barrio de San Isidro, en Breña Alta. Una joven mujer de dulce mirada logró enamorar a dos hermanos gemelos, una pasión que ella se encargó de fomentar.
Un día llegó el momento de dirimir en batalla cuál de los dos sería el que poseyera a la bella mujer. Se cuenta que fue una lucha dura y cruel y la fatalidad quiso que no hubiera vencedor, muriendo ambos por el amor a una mujer, aquella que luego juró que jamás sería de nadie, sino del recuerdo de dos hermanos. Se trasladó por las agrestes laderas de la cumbre recubierta de hojas y arbustos en busca de dos gajos de dragos, que plantó en el mismo lugar del triste destino. Al tiempo, los árboles fueron creciendo entrelazado fuertemente sus ramas. Hoy no se sabe cuál es uno y cuál es el otro, ya que permanecen abrazados en la larga longevidad de esta especie, como si quisieran ser símbolo de un destino común.
La leyenda de Tanaúsu...
Tanausú, mencey de Aceró, y Mayantigo, mencey de Aridane, luchan por el amor de la más hermosa doncella de La Palma, Acerina. La bella joven de ojos negros detiene el duelo y ante el Idafe, el roque sagrado para los aborígenes palmeros, en el interior de la Caldera de Taburiente, lugar de ofrendas y sacrificios, les hace jurar que acatarán su decisión. Y ella juró que entregaba su amor a Tanausú.
Aceró era el único reino aún no tomado por los castellanos. En este lugar, Tanausú lideraba la resistencia a la penetración castellana siendo el último caudillo de La Palma en someterse a las tropas castellanas dirigidas por Alonso Fernández de Lugo. Los castellanos habían fallado dos veces en sus intentos de penetrar en la región de la Caldera.
El mismo día que se celebraba la unión entre Tanausú y Acerina, el conquistador Fernández de Lugo propuso una tregua con el mencey, a través de un mensaje enviado con Juan de Palma, un isleño que servía a los conquistadores y hacía de intérprete y espía. Tanausú accedió a hablar con Fernández de Lugo, en contra del consejo de los miembros de su tribu. La trampa tuvo el resultado esperado; a una señal del conquistador las tropas castellanas, escondidas en el barranco, atacaron a los aborígenes y masacraron a los guerreros que acompañaban al mencey y convirtieron en prisionero a Tanausú.
Cuando se sintió sometido el mencey caído gritó ¡Vacaguaré!, mientras lo conducían a bordo del navío que lo llevaría a Castilla como esclavo. Durante la larga travesía se negó a probar alimento y no dijo jamás nada más que aquella terrible palabra: Vacaguaré. El mar fue su tumba.
Al conocer el trágico final del mencey, Acerina quiso compartir el destino de su amado y pidió a Mayantigo que la encerrara en una de las múltiples cuevas que los aborígenes guanches utilizaban como tumbas. Allí, arropada con pieles de cabra, leche y miel terminó su vida, pero no la leyenda. Se dice que Mayantigo esperó a que la princesa muriera para encerrarse él también en aquella cueva y cumplir los augurios de los adivinos que predecían que Mayantigo y Acerina compartirían un hogar.
La isla de San Borondón...
Es una leyenda popular de las Islas Canarias sobre una isla que aparece y desaparece desde hace varios siglos, con origen en el periplo legendario deSan Brandán de Clonfert («San Borondón»). Este mito tiene origen en los autores de la Grecia clásica, y se conoce en Europa como «isla de San Brandán» desde su plasmación por los cartógrafos medievales, pero en Canarias la tradición fue adoptada con entusiasmo, y adaptada, hasta en el nombre, a la idiosincrasia nacional propia.1 Debido a sus características y comportamientos extraños, como el aparecer y desaparecer o esconderse tras una espesa capa de niebla o nubes, ha sido llamada «la Inaccesible», «la Nom Trubada», «la Encubierta», «la Perdida», «la Encantada» y algún apelativo más.
El Tratado de Alcaçovas, suscrito entre España y Portugal en 1479 para repartirse territorialmente el Atlántico aún por navegar, especificaba claramente que San Borondón («aún por ganar») pertenecía al Archipiélago Canario.1 La bahía de Samborombón (Provincia de Buenos Aires, Argentina) fue nombrada de tal modo durante la expedición de Magallanesen marzo de 1520, en la creencia de que había sido formada por el desprendimiento de la isla de San Borondón del continente americano.
Leonardo Torriani, ingeniero encargado por Felipe II para fortificar las Islas Canarias a finales del siglo XVI, describe sus dimensiones y localización y aporta como prueba de su existencia las arribadas fortuitas de algunos marinos a lo largo de ese siglo.
Esta isla se localizaría3 al oeste del Archipiélago, a 550 km en dirección oeste-noroeste de El Hierro y a 220 km en dirección oeste-sudoeste de La Palma, aunque según otros «testigos» que dicen haberla visto, se sitúa directamente entre las islas de La Palma, La Gomera y El Hierro.
San Borondón mediría3 480 km de largo (de norte a sur) y 155 km de ancho (de este a oeste), formando hacia el medio una considerable degollada o concavidad y elevándose por los lados en dos montañas muy eminentes, siendo la mayor de las cuales la de la parte septentrional.
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